Parte importante del pescado que consumes podría no ser lo que parece

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La primera víctima fue un varón caucáseo de treinta y tantos años. Llegó a su pub habitual y pidió para almorzar fish and chips (pescado con papas). Mientras disfrutaba de su almuerzo junto a una jarra de cerveza, pensó para si mismo que nunca había probado un eglefino (también llamado Liba, merlán, burro o anón) tan fresco. Pero estaba equivocado. Lo que estaba comiendo no tenía nada que ver con el eglefino.

La segunda víctima fue una joven japonesa de poco más de veinte años. En un viaje de trabajo a Estados Unidos pidió un sashimi de atún para almorzar. El sabor le pareció sospechoso. Y tenía toda la razón.

La tercera fue un pescador sudafricano al que llamaremos “Nate”. En su caso no comió nada, pero mientras navegaba por las aguas de la nueva pesquería en la que había comenzado a trabajar, los pescadores furtivos capturaban en otro lugar langostas protegidas y las exportaban con documentación falsa, perjudicando más aún la recuperación de los bancos pesqueros en lo que Nate esperaba poder volver a pescar algún día.

¿Roban la identidad del pescado?

En cada uno de estos tres casos hipotéticos, el culpable era una identidad equivocada o falseada del pescado.

“Identificar el pescado sin procesar es normalmente bastante fácil”, asegura Michele Kuruc, del Departamento de Pesca y Acuicultura de la FAO. “Pero hoy en día los productos marinos se transportan a países lejanos, en donde es posible que no sean bien conocidos. Además, a medida que la industria se globaliza, es frecuente que los productos pesqueros se procesen en fábricas flotantes antes de llegar a tierra firme. Lo que examinan los inspectores a menudo se parece poco al pescado en su estado natural.

En algunos casos, identificar con precisión el pescado escapa a las posibilidades de los inspectores. Un inocente error administrativo puede convertir finalmente un tipo de pescado en otro.

En otros casos los pescadores y comerciantes sin escrúpulos hacen trampas para evitar las restricciones y los impuestos.

Según Kuruc, la pesca ilegal no declarada y no regulada (INDNR) utiliza muchos métodos para ocultar sus actividades ilícitas y colocar sus productos conseguidos de forma ilícita en el mercado. “La sustitución con productos fraudulentos y el uso de etiquetas y documentación falsas son prácticas frecuentes para transportar y comercializar los productos de forma ilegal”, explica Kuruc.

¿Resultado? Un porcentaje no determinado del pescado que se encuentra en los estantes de los supermercados no es sencillamente lo que pretende ser.

Hay mucho en juego

Se trata de un problema. Los consumidores actuales son hoy en día más conscientes de los múltiples beneficios para la salud derivados del consumo de productos marinos, pero quieren también estar seguros que consumen pescado que ha sido capturado o cultivado de forma responsable y que resulta inocuo.

Y hay mucho más en juego.

En años recientes, muchas de las grandes cadenas de venta de pescado se han comprometido a comprar solamente pescado con certificado de sostenibilidad. El 1 de enero de 2010, el mayor mercado del mundo de productos del mar, la Unión Europea, ha comenzado a aplicar una normativa destinada a bloquear las importaciones de pescado obtenido de forma ilegal.

Con un consumo anual mundial de 110 millones de toneladas de productos marinos, el comercio internacional de pescado ha alcanzado la cifra récord de 86.000 millones de dólares al año y es una fuente importante de empleo y de ingresos para los gobiernos de los países en desarrollo, en donde se encuentran muchas de las zonas pesqueras que alimentan al primer mundo.

De forma adicional, la preocupación por el bienestar de muchas poblaciones de peces necesita un control exhaustivo de qué pescado se captura y dónde.

Las técnicas forenses puede ayudar

Las tecnologías de la medicina forense basadas en la genética y la química se utilizan ya en algunos países para el seguimiento y control del comercio de productos alimenticios, animales y madera. La FAO convocó recientemente una reunión de expertos, inspectores y funcionarios encargados de aplicar la ley, científicos y académicos para debatir la forma en que deben desplegarse para hacer cumplir la normativa pesquera.

“Estamos interesados en promover un mayor uso de las técnicas forenses existentes, en particular en los países desarrollados”, explica Kuruc. “Algunos países -añade- han utilizado con éxito algunas pruebas forenses en investigaciones y casos en los tribunales, pero una gran parte del personal dedicado al seguimiento, control y vigilancia de la pesca, no es conciente aún de su existencia”.

El análisis del DNA puede revelar la especie a la que pertenece un filete blanco sospechoso. Los exámenes químicos del interior del aparato auditivo del pescado revelan los nutrientes absorbidos y apuntan a la región en que fue capturado.

“Tenemos que ir más lejos aún, porque estamos seguros que los que están involucrados en la pesca ilícita hacen lo mismo”, señaló Kuruc. “Un participante en el seminario contó como un grupo convicto de comercializar abalone de forma ilegal confesó que habían aprendido las técnicas para destruir pruebas viendo CSI: Miami.”

Además de examinar las técnicas más avanzadas y compartir propuestas sobre la forma en que las técnicas forenses pueden ser utilizadas en la pesca e identificar necesidades -especialmente para la creación de capacidad en los países en desarrollo-, la reunión también repasó las mejores prácticas para el manejo de pruebas, cómo se debe formar a los inspectores e identificar laboratorios capaces de realizar estos ensayos. (En muchos casos, los laboratorios en los países en desarrollo dedicados actualmente a analizar la calidad de los alimentos, pueden ser mejorados para realizar un trabajo forense).

El grupo acordó también operar como una red de referencia ad hoc para la FAO, que pueda estar disponible para las autoridades de todo el mundo para obtener directrices y consejo.

“El pescado puede ser identificado de forma correcta si las muestras de manipulan de forma correcta, llegan a los laboratorios adecuados y se examinan utilizando técnicas de la medicina forense”, subrayó Kuruc. “La idea -concluyó- es ayudar a los países que no tienen este tipo de infraestructuras y conocimientos a tener acceso a ellas, de forma que puedan detectar y perseguir los casos de prácticas ilícitas.


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